martes, 17 de junio de 2008

Danileda-afrodita snm

Y si pudiera silenciosamente entretejerme entre su ropa para llegar a las plazas de otoño, quizás, solo de esa forma inocente e infinita de mirarlo de lejos, pueda recordar su nombre. Pero el sueño desaparece cuando se lo deja a un lado, para servirse de las horas flotantes. Hoy por ejemplo, he creado una palabra maravillosa, que puede nombrarse a sí misma. Lo que más me preocupa es no volver a pensarla tal como es, cuando al fin me despierte.

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